Presentación CONFESIONES de MEDIANOCHE, Cuentos….pero no tanto

Le llegó el turno a mi décimo libro de ser presentado en sociedad. Escrito a lo largo de todo el año, fue finalizado en Navidad, entregado al editor en Reyes y recibido en mi cumpleaños. Una obra pequeña pero muy significativa porque tiene que ver con mi sombra, un intento de abrazarla, algo que viene reclamando hace tiempo, no siempre del mejor modo.

Buenos Aires, 21 de enero de 2024

Published in: on enero 21, 2024 at 2:01 pm  Deja un comentario  

CONFESIONES DE MEDIANOCHE

CONFESIONES

Confieso que he vivido,
como supe, como pude,
como me hubo salido.

Confieso que he sentido,
siempre tanto, siempre mucho,
y por ello ha dolido.

Confieso que he caído,
tanto como necesité,
por ganar lo aprendido.

Confieso que he gozado,
lícito y prohibido,
poco ante lo ansiado.

Confieso que he sufrido,
terco hasta el presente,
aquello que he perdido.

Confieso que he amado,
al sol cuando fue posible,
en secreto si vedado.

Confieso que he temido,
a fantasmas del pasado,
también a lo no venido.

Confieso que he pecado,
aguardo misericordia
divina, por lo errado.

Confieso que he herido,
pocas veces a sabiendas,
más en que no he querido.

Confieso que he llegado,
a este hito del camino,
con el potro bien cansado.

Confieso que he dejado,
atrás mi mochila rota,
que por años he cargado.

Por poder dar todavía,
en el tiempo que me quede,
lo mejor del alma mía.


Enrique Momigliano
Buenos Aires, 12 de enero de 2024
a mi cumple 67 en que CONFESIONES fue mi mejor regalo. 

Published in: on enero 14, 2024 at 10:17 am  Deja un comentario  

HASTA PRONTO JOSÉ

HASTA PRONTO JOSÉ

Diez meses y algunos días tardó la noticia en llegar a mí. Me tuvo piedad. La esperaba. Necesitaba un último encuentro que la plandemia frustró. Mi socio y amigo Alberto pudo llegar a la Trapa un año después, supo que estaba mal y tampoco logró verlo. No creo haber tenido una relación tan transformadora en mi vida como la que tuve con el Padre José Otero, quien partió a la casa del padre de todos un ya lejano 22 de enero de este mismo año.

Allá lejos un terapeuta me dijo que por mi condición de orfandad desde mis trece años me había pasado la vida buscando un padre y la verdad que tuve muchos, hombres maravillosos que con su ejemplo de vida, su sabio consejo, su guía humana y profesional lograron que el potro salvaje que fui no se desbocara del todo. Pero ninguno como José. Me recibió y trató siempre como un padre amoroso, el del cuadro de Rembrandt recibiendo al hijo pródigo, con dos manos bien distintas, una suave casi femenina para consolarme y otra fuerte, masculina, dura, para guiarme.

Además me sintió como lo que soy, un solo de soledad espiritual absoluta y no tuvo mejor idea que ofrecerme su más cálida amistad. Solo por él me reconcilié con una iglesia que hizo todo lo imprescindible, casi siempre, para alejarme. Tuve varios privilegios que necesito hacer presentes, desde aquella inolvidable procesión por los difuntos en que seguí sus pasos por el claustro, hasta que visitara mi casa, pasando por haber podido llevarlo en mi auto al monasterio, compartiendo nada menos que 300 km de fructífera charla, con el inmerecido premio que al cabo de uno de dichos viajes celebrara una misa en la capilla pequeña, solo por el bien de mi alma, la cual me sigue nutriendo. Como si fuera poco, se convirtió en mi lector. Sus hermanos me agradecieron que en su exilio forzado a Italia, donde cumplió con éxito una larga y difícil misión, mis poesías le hicieran compañía.

Nunca podré agradecer lo suficiente lo que su encuentro aportó a mi vida. Fue quizás la única persona que se conmovió hasta las lágrimas con mi dolor y ese solo hecho bastó para sanarme. Su generosidad para conmigo no tuvo límites y llegó hasta su colaboración y guía en un proceso canónico sumamente complejo y lacerante. Por él fui libre, por él tuve el coraje necesario, el que me llegó cuando me preguntó con sus ojos chispeantes de luz, casi de niño: ¿Cuánto vale tu libertad?

Fue José para mí también un símbolo. Más valioso aún que la imagen de la Virgen pisando la sierpe con el pie descalzo. Él y su manía de recorrer conversando con los novicios los campos de Azul sin botas, lo llevó a ser picado por una mortal yarará un 13 de diciembre, el día de su cumpleaños y sobrevivió.

Fue siempre conciente que a mí por las buenas me sacás bueno y así me enseñó, prueba que su conocimiento del ser humano era casi infinito, porque pudo detectar desde el primer momento al rebelde con y sin causa que vive en mí y así poder sortearlo sin que yo me diese la más mínima cuenta.

Lo van a extrañar sus hermanos, los que fueron novicios bajo su experta dirección, pero mucho más lo vamos a extrañar los desesperados del mundo, el nutridísimo grupo de visitantes asiduos al monasterio, que integré durante 16 años consecutivos, en busca de su sabia guía.

De lo único que no siento preocupación alguna es acerca de su destino actual. Alguien que dejó obrar a Dios en su alma de la forma que José lo hiciera, alguien que se hizo pan para el hambriento y agua para el sediento como él lo fuera, no puede, so pena de derribar los cimientos de mi fe, estar demasiado lejos del paraíso.

Solo espero y será motivo de mis oraciones hasta el fin, que así como tuve el inmenso privilegio de dar con él en esta vida, me aguarde privilegio similar de encontrarlo en la eterna. Porque si alguien fue un Padre con mayúsculas, un sacerdote cabal, ese fue José Otero, y perdonen la irreverencia de que lo sienta, en esta hora tan triste y al escribir estas pocas lineas a puro llanto, un poco bastante, padre mío.

Enrique Momigliano

Buenos Aires, 3 de diciembre de 2023

Published in: on diciembre 3, 2023 at 1:27 pm  Deja un comentario  

PRESENTACIÓN «RESCOLDOS, Poeta en Invierno» y «TEMPESTAD, Diario emocional de un tiempo malhadado» en la Biblioteca Popular Alberdi de Villa Crespo el 28-9-2023.

Published in: on octubre 2, 2023 at 8:44 pm  Deja un comentario  

Presentación de los libros TEMPESTAD y RESCOLDOS el 28/9/23 en la Biblioteca Popular Alberdi de Villa Crespo. Invitación

VIDEO INVITACIÓN

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Published in: on septiembre 22, 2023 at 11:36 pm  Deja un comentario  

¡HOSANNA!

¡HOSANNA!

No vengas todavía,

me sobra la vergüenza,

mi pobre alegría,

no hay forma que venza.

Tumbas no necesito,

de tu cuerpo vacías,

ni sudarios benditos,

tampoco este día.

Para saber que vives,

reinas en el mundo,

que cuando alguien pide,

das amor profundo.

Que es grande mi pena,

ver lo que hemos hecho,

de enseñanza buena,

por Tu cuerpo maltrecho.

Nos seguimos matando,

la pobreza aumenta,

tu jardín desolando,

a la niñez…..¡afrenta!

Ancianos descartando,

la fauna extinguiendo,

tus templos profanando,

la vida destruyendo.

A Ti te ignoramos,

Tu amor ofendemos,

Tu saber despreciamos,

ya no te merecemos.

No vengas todavía,

que de vergüenza muero,

si me miras un día,

yo miraré al suelo.

Bien sé que Tú perdonas,

a quien se arrepiente,

pero sé que ignoras,

a quien culpa no siente.

Tiempo necesitamos,

sufrir más todavía,

que dolor que causamos,

despierte empatía.

Entonces dolientes,

por nuestras obras vanas,

con el alma ardiente,

cantaremos ¡HOSANNA!

Enrique Momigliano

Buenos Aires, 9 de abril de 2023

Domingo de Pascua

Published in: on abril 9, 2023 at 6:56 pm  Deja un comentario  

VOILA, C´EST TOUT

Voilà c’est tout

«Intraducible» dijo el Padre Diego de Jesús en su charla de ayer sobre El Principito, y cuánta razón le asiste. Son las últimas palabras de su protagonista antes de caer fulminado por el veneno de la serpiente. «Bien, eso es todo» dice el texto español y no es lo mismo. La frase en francés tiene la fuerza de un punto final, también su sencillez y humildad y toda su carga emocional cuando lo que ha finalizado es nada menos que la vida…….humana, o……material. Pero la vida no ha finalizado, sigue, cambió de estado ( la expresión de los médicos de terapia para informarme de la muerte de mi madre). El desierto vale por lo que no se ve dice Diego y ello surge evidente para cualquiera que se haya acercado a él o que haya leido el libro El desierto de Pierre Loti o tantos otros que hablan de él.. Bueno, cada uno de nosotros también y eso que no se ve es lo que vibra y lo que sentimos cerca del otro, mucho más auténtico que su apariencia o sus palabras. Llegar a dar con el pozo del desierto, asomarse a su boca y apropiarse del agua de su fondo, es la verdadera forma de conocer al otro. ¡Con qué pocos logramos hacerlo! ¡Con qué pocos lo intentamos! y ¡Cuántos han sellado la boca del pozo con siete candados y por más que vivamos cuarenta años juntos, no logramos hacerlo!. Ese, el yo íntimo, no muere jamás, cambia de estado, pierde la piel. Y sin embargo lloramos su pérdida, extrañamos su presencia y creemos, trágicamente más en la muerte que en la vida. Es un error humano, porque al decir de Nietszche somos humanos, demasiado humanos.

Me confieso humano, demasiado humano, pese a todas las comprobaciones que he tenido de la vida espiritual, la muerte me duele, la sé ladrona porque siempre llega a robarme afectos. Mañana en ese día de la memoria de la mentira, con feriados y actos que ya ni saben para qué los hacen, es el aniversario de la muerte de mi padre. La trascendencia que le han dado a un día olvidable hace que justamente yo no pueda olvidarme de un día que debiera y año tras año me duele, me entristece y me deprime.

Empero la charla de ayer y las últimas palabras de El Principito me dieron la punta de un ovillo para repensar todo el asunto y aliviar un dolor que ya lleva 53 años de renovarse. El rayo que hirió al principito a mi me dejó demudado, congelado en el zoom, sin poder articular palabra, sin poder llorar aunque sentía la imperiosa necesidad de hacerlo, casi sin escuchar las palabras que siguieron. Me di cuenta, tras todo este tiempo, que las últimas palabras de mi padre habían sido las mismas que las del blondo protagonista del libro analizado.

Aquella mañana trágica del 10 de marzo de 1970, cuando lo ingresaban a la ambulancia para llevarlo a la internación y operación que por mala praxis acabó con su vida 14 días después, mi padre, sereno, íntimamente sereno, pese a la dificultad para repirar por el neumotorax que lo aquejaba, levantó la vista, nos miró a los ojos a mi madre y a mí y nos dijo: “La comedia é finita”

Palabras que tuve toda la vida para rumiar sin llegar a entender del todo. Amante del Dante, conocedor profundo de su obra, cuyos párrafos solía decirme de memoria, en italiano, cuando me eran aplicables, se despidió con sus palabras. Pero ¿por qué comedia? ¿qué tiene de comedia la vida?. Mi padre era serio y la comedia es cómica, algo en broma, me desconcertó.

Coseché tanto en sueño como en vigilia, cientros de pruebas a lo largo de este tiempo que mi padre, el fondo de su pozo, está más vivo o mejor dicho tan vivo como yo. “Tendrás pena y sufrirás porque parecerá que estoy muerto y no es verdad” le dice el principito a su amigo. La muerte es una separación aparente y transitoria digo hasta el cansancio cuando me toca hablar en público de ella, aunque algo en el fondo me hace dudar todavía. Hay un tiempo que transcurre entre que un conocimiento anida en la mente y que se incorpora en la tripa, ninguno parece, al menos en mi caso, tardar tanto como éste. No me queda demasiado tiempo para hacerlo y espero que suceda antes que me toque vivir la muerte en carne propia.

Indudablemente la coincidencia entre las palabras finales de El principito con las de mi padre son un paso adelante, en ese sentido. En el momento final, mi padre se dio cuenta que la vida material y humana no es más que una comedia, una obra de teatro, una ilusión, maya y que la muerte es apenas, la caída de un telón, tras la cual actores y público siguen con su vida, pero ya sin poder verse ni oirse los unos con los otros.

Mi padre usó las que pensó serían sus últimas palabras y de verdad lo fueron, para darme, darnos porque mi madre estaba allí, su lección suprema, la verdad última, la más útil, porque sirve para vivir con menos miedo y para sufrir menos cuando la muerte roba a los cercanos al corazón.

Enrique Momigliano

Buenos Aires, 23 de marzo de 2023

Published in: on marzo 23, 2023 at 11:14 am  Comments (2)  

LA CURA DEL ORGULLO ESPIRITUAL

LA CURA DEL ORGULLO ESPIRITUAL

Uno de los más grandes obstáculos con los que inevitablemente se topan, en algún momento, quienes con sinceridad abordan la senda de la evolución espiritual, es la sorpresiva y nada bienvenida aparición del orgullo espiritual. Es lógico y humano, si sucede después de un hat-trick futbolero, un 6-0 tenístico, un ascenso laboral o un buen negocio especulativo, ¿cómo no habría de sucederle a a aquél que triunfó sobre un vicio de larga data, que cumplió con una meta de accesis, que madrugó toda la cuaresma para asistir a la primera misa o aquél cuyas palabras y oraciones sirvieron de verdad para aliviar a un sufriente?

El ego nunca muere y aprovecha esas ocasiones para hacernos abandonar el requisito más imprescindible para avanzar en la árida llanura del espíritu: la humildad. En general, casi siempre cuando uno se la cree, la realidad viene y lo acomoda, pero en la senda etérea no hay avisos, simplemente uno se detiene y de pronto, sin darse cuenta, comienza a retroceder, como el carrito de la montaña rusa que no llegó a la cima, cada vez con más velocidad.

Es por ello que todos los grandes maestros advierten al unísono sobre esta peligrosa forma de orgullo. Tras ardua lucha con él, descubrí la cura perfecta que no por simple, deja de ser sumamente efectiva, lo que me lleva a compartirla.

Cada vez que uno logra un serio avance en el camino hay que pararse frente al espejo y hacer la prueba del Padre Nuestro. Con la vista fija en los propios ojos y el firme propósito de decir toda la verdad, comenzar a rezarlo sentencia por sentencia, deteniéndose largamente tras cada una de ellas, para ver si de verdad uno se siente, por así decir, cómodo con ella. En mi caso, mi espejo es tan lengua suelta como yo y suele contestarme. Veamos qué sucedió la última vez que la llevé a cabo.

  1. Padre Nuestro que estás en los cielos : Sin problema, sin respuesta
  2. Santificado sea Tu nombre: Sin problema, sin respuesta
  3. Venga a nosotros Tu reino: Sin problema, sin respuesta
  4. Hágase Tu voluntad :Sin problema, sin respuesta
  5. Así en la tierra como en los cielos: Momento, en los cielos todo bien, pero en la tierra ¿ni un poquito de la mía? ¿Estás en serio preparado para renunciar a todos tus deseos, metas, aspiraciones y navegar el camino que Dios tiene para ti? ¿Estás de verdad dispuesto a aceptar la voluntad de Dios en tus asuntos aunque no la entiendas, aunque te parezca horrible, aunque te duela?
  6. Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy: Sin problema, sin respuesta
  7. Y perdónanos nuestras deudas: Sin problema, sin respuesta, hay tantas dando vueltas por ahí que mejor que las perdone antes del Juicio
  8. Así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores: Te veo mal. Andá sentate y hacé la lista de todos aquellos a los que aún no has perdonado las deudas y mucho menos las ofensas, con que sea un poco más corta que la vez pasada me conformo
  9. Y no nos dejes caer en la tentación: Hacé otra lista de todas las veces que caiste en la tentación y lo hiciste alegremente, justificándote y hasta gozándolo. También con respecto a ella con que sean menos que la anterior me conformo.
  10. Mas líbranos del mal: Mejor que así sea porque a ciertos males estás tan aferrado, tan acostumbrado, tan adaptado y tan autojustificado que si El no te libra, no vas a poder.

Les aseguro que el orgullo espiritual queda hecho trizas, disuelto, esfumado y tardará mucho tiempo en volver a encaramarse en algún “logro” para seguir molestando. ¿Cómo creerse avanzado en la senda espiritual, si no somos capaces de aplicar, a fondo y en serio, las enseñanzas del Padre Nuestro, la oración que nos enseñó mamá cuando niños o que fue la clase número uno de catequesis? Clara muestra que seguimos llevándonos jardín de infantes a marzo. Es tan solo el oportuno y necesario baño de humildad para que Dios nos tome de la mano y nos siga conduciendo, sin prisa y sin pausa al lugar que estamos llamados, todos, sin excepción.

Enrique Momigliano

Buenos Aires, 27 de febrero de 2023

un pensamiento de cuaresma.

Published in: on febrero 27, 2023 at 4:52 pm  Deja un comentario  

FRUTO

FRUTO

Haz de la sonrisa bello vestido,

del brillo de tus ojos, maquillaje,

el fruto de haber sobrevivido,

sea de pie reanudar el viaje.

La peor tempestad también amaina,

y a noche oscura sigue alba,

a veces la suerte es mala zaina,

mas no mella tu indomable alma.

Que a tu primer paso siga otro,

un día tendrás la fuerza del potro,

al que nada impide su destino.

Y serà la tormenta mal recuerdo,

un paréntesis gris, un tiempo lerdo,

dador de lección para el camino.

Enrique Momigliano

Buenos Aires, 20/1/2023

Published in: on enero 21, 2023 at 12:50 pm  Deja un comentario  

MIRADA

MIRADA

“Mi perro me miraba,

con ojos más puros que los míos”,

escribió el numen trasandino.

Y la mía me mira,

a toda hora…..mira.

Escribo,

ella mira,

leo,

ella mira,

cocino,

ella mira,

limpio,

ella mira,

llego,

ella mira,

parto,

ella mira,

río,

ella mira,

pienso,

ella mira,

gozo,

ella mira,

sufro,

ella mira.

Ya no puede,

como antes hacía,

saltar a recibirme,

correr a despedirme,

cabecearme por comida,

refregarse contra mí,

jugar a esquivarme,

caminar a mi lado,

bailar bajo mis piernas,

actuar pelea con su hermano.

Confinada al pequeño,

mullido mundo azul,

ella solo puede mirar,

y a toda hora……me mira.

Hace tanto su mirada,

justifica todo esfuerzo,

aliviana mi carga,

me dice que es mentira,

el sentirme tan solo.

Su mirada es un “te quiero”

su mirada dice “gracias”

su mirada es un “comprendo”

su mirada es un “no afloje,

porque lo necesito compañero”

Un día dejará de mirarme,

día que temo y se avecina,

y yo deberé acomodarme,

a vivir sin su mirada…..tan mía.

Enrique Momigliano

Buenos Aires, 17 de enero de 2023

Published in: on enero 17, 2023 at 3:11 pm  Comments (1)  

LOIN

LOIN

Une année plus.

La joie d’être vive,

miraculeusement,

après tout passé,

vien de la main

du doleur d’être loin.

Loin de toi;

Ça veut dire;

loin de moi;

loin de chez toi;

où suis-je encore;

parce que je songe;

toujours d’être la.

Et cette mauvaise vie;

qui nous sépare;

un peu chaque jour.

Et ta cité près de la mer;

qu’en autre temps;

J’ai tellement aimé;

parce qu’elle était même la nuit,

illuminé par ta lumière;

s’en va comme un bateau;

qu’à un certain moment,

disparaîtra à l’horizon.

Et je ne peux rien faire;

plus que le regarder;

en porter très loin;

mon coeur et mon âme;

tous mes sentiments.

Et je reste ici;

définitivement froid;

périlleusement vieux;

internement vide;

en attendant la mort;

qui m´effacera;

de mes yeux et mémoire;

ton chéri visage.

Enrique Momigliano

Buenos Aires, 11 de enero de 2023

Published in: on enero 11, 2023 at 9:10 pm  Deja un comentario  

MUERTAS HOJAS

MUERTAS HOJAS

Anochecía. Vivía el añoso poeta los que parecían sus últimos años, en una soledad demasiado concurrida. Finalmente y tras varios proyectos frustrados, hacía un tiempo que habitaba la casa de sus espíritus, la casa que tenía todos sus recuerdos, aquella en la que habían vivido y fallecido sus padres, poblada de cuadros, atiborrada de libros y de cartas, que cada tanto utilizaba para traer a la vida a la multitud de ancestros, cuya combinación vital había dado origen a la persona que él había sido.

No es la mejor hora para estar solo. Ese mágico momento de la desaparición de los objetos tras las sombras, donde el afuera se retira hasta la mañana siguiente, hace nacer el mundo interior, el invisible y no siempre es grato. Suelen sentarse a la mesa miedos y reproches y un vago temor al futuro, especialmente a la forma que habrá de adoptar el cambio de estado, el que puede resumirse en una sola palabra: “¿Sufriré?”

Pero el poeta suele profundizar dicho instante, demorando el encender la luz artificial y disfruta del quedarse totalmente a oscuras por una media hora o un poco más. Para ahuyentar demonios o para atraerlos, vaya uno a saber, a dicho momento suele agregarle el condimento de la música. Cuenta para ello con la extensa discoteca que su padre formara a lo largo de su vida, discos de pasta que aún suenan con fidelidad en el tocadiscos que le legara.

A oscuras, sin ver la tapa elegida, puso uno de ellos a sonar y se sentó en el sillón más cómodo disponible, el mismo en el que de pequeño jugaba a ser piloto de un fórmula uno. Eran canciones en francés, dulces y románticas, tan bellas como olvidadas por la multitud.

Entonces Jacques Prévert entonó Las Hojas Muertas entre los acordes de Joseph Kosma. No la esperaba, hacía añares que no la escuchaba. Una canción que recuerda a otra, un presente que se va al pasado para no ser y sin embargo permanecer en el recuerdo, terco, imborrable, inevitable.Se dejó conmover y prestó atención a cada palabra, que convertida en daga se clavó en su alma, que comenzó a sangrar.

Oh, je voudrais tant que tu te souviennes
Des jours heureux où nous étions amis
En ce temps-là la vie était plus belle
Et le Soleil plus brûlant qu’aujourd’hui

¿Se acordará o mejor dicho, existirá para poder acordarse? Porque de existir, no me habrá olvidado, si yo no pude, ella tampoco.

Claro que la vida era más linda y el sol brillaba más, en realidad todo lo hacía, cuando se ama y se es amado no hay imperfecciones en el mundo, todo encaja, todo concurre a un propósito que se vuelve visible y uno disfruta, sí, disfruta cada instante, cada lugar, cada eventualidad.

Les feuilles mortes se ramassent à la pelle
Les souvenirs et les regrets aussi
Et le vent du nord les emporte
Dans la nuit froide de l’oubli

Ah, las muertas hojas, todo es una muerta hoja, apenas queda mi tronco sin frutos, sin flores, sin follaje, un tronco desnudo y seco esperando el hacha final, caer, ser leña, arder y luego ceniza. Todo y tanto vuelto nada, para ser barrido por el viento y levantado con una pala para tirarlo en el tacho de la fría noche del olvido. Escribió, mucho, hasta a ella la dejó escrita, convertida en literatura, para como dijo el gran mejicano Octavio Paz, la muerte no tuviese la última palabra, pero para eso hay que ser Octavio o Borges o Cortázar. ¿Leerá alguien alguna vez alguno de sus libros para traerlos a la vida, un rato siquiera, en el ignoto después?

Tu vois, je n’ai pas oublié
La chanson que tu me chantais

El olvido no existe, ni queriendo se olvida. Podrá por un tiempo no hacerse foco en algo vivido, pero si fue intenso, está allí para siempre y cualquier cosa lo puede traer al momento presente, casi con la misma intensidad original. Cada instante compartido, cada sonrisa, cada mirada, cada llamada, todo sigue sucediendo. Cada palabra, cada caricia, cada abrazo uno a uno y cada herida, todo junto allí, sanando, consolando o doliendo. Quizás se olvide en la muerte, como hemos olvidado qué hicimos antes de venir, o quizás ni siquiera entonces.

C’est une chanson qui nous ressemble
Toi, tu m’aimais et je t’aimais
Et nous vivions tous les deux ensemble
Toi qui m’aimais, moi qui t’aimais

Vivimos más juntos que nadie, cuando se ama se vive en el otro, por el otro y para el otro. Y la presencia del otro en uno es tan intensa que uno siente, tanto en sueño como en vigilia, que es posible tocarlo, en realidad que se lo toca, no con las manos sino con el alma.

Mais la vie sépare ceux qui s’aiment
Tout doucement, sans faire de bruit

¿Qué nos separó? La vida, que puso obstáculos uno tras otro, que hizo vibrar cadenas, que instaló silencios, que ofreció caminos. En silencio, sin palabras, tal como nos amamos, un día el ángel del amor simplemente despareció. Y fuimos los mismos pero ya no fuimos uno, sino dos. Y lo supimos y lo sufrimos, por separado lo lloramos, para terminar aceptándolo.

Et la mer efface sur le sable
Les pas des amants désunis

El mar, mi mar, nuestro mar, el que borra todo, el que se llevó aquella confesión que solo en la arena me atreví a escribir. Ese testigo inmenso del amor y del dolor, de la esperanza y el desasosiego, ese compañero de caminatas, el arrullador de sueños, el espejo de nuestra luna llena. Finalmete quien cerró nuestro libro, para siempre.

Terminó el disco con este tema y el tocadiscos se apagó. Tras recomponerse un momento y sin encender luz alguna el poeta se incorporó para hacer los pasos que lo separaban de su cama. Quiso dormirse rápido, sin distracción alguna. Un profundo rincón de su alma alentó la esperanza de soñarla otra vez.

Enrique Momigliano

Buenos Aires, 3 de diciembre de 2022

pd: incluido en la ANTOLOGÍA 2022 «Un puñado de recuerdos y algo más» del Taller Literario El Principito de San Clemente

Published in: on enero 10, 2023 at 11:54 am  Deja un comentario  

OFICIO

OFICIO

Tormenta anuncia el cielo,

del muro espía la luna,

las aves detienen su vuelo,

noche silente cual ninguna.

Memoria de año de lucha,

esperanza de tiempo mejor,

alma serena que escucha,

divinos susurros de amor.

Se renuevan votos de servir,

al otro en el que vive Dios,

hacer un arma del oficio,

ser palabra donde falta voz.

Senda de poeta bendita,

tan cerca y lejos a la vez,

la contemplación exquisita,

del humano drama y traspié.

Amar la locura que nace,

de un muy sensible corazón,

paria en mundo que rechace,

al ajeno de ley y razón.

Y que el año que empieza,

como hoy me vea en su fin,

bajo luna tentar proeza,

de tejer versos hasta morir.

Enrique Momigliano

Buenos Aires, 31 de diciembre de 2022

Published in: on diciembre 31, 2022 at 10:09 pm  Deja un comentario  

NAVIDAD

NAVIDAD

Huirán las tinieblas a esconderse,

no reinará ya el mal sobre la tierra,

empezarán los hombres a entenderse,

y será un mal sueño la vieja guerra.

Descenderá de aquel sitio celestial,

paraíso que nuestra alma anhela,

será el amor única norma legal,

vivir, sereno soñar a toda vela.

Cuando convirtamos a cada corazón,

en un humilde pesebre anhelante,

postrados ante misteriosa sinrazón,

llegue a nacer en él un Dios vibrante,

para escuchar en susurros su canción,

y así ser con Él conciencia amante.

Enrique Momigliano.

Buenos Aires, 25 de diciembre de 2022

Published in: on diciembre 26, 2022 at 1:35 pm  Deja un comentario  

MADRE

MADRE

El sesentón sintió el impulso de detener su auto. Se bajó a las apuradas, entró, buscó el banco, se sentó y cerró sus ojos. De a poco y como siempre, se fue calmando. Era uno de los pocos lugares en el mundo que le aportaban cierta sensación de paz. Se concentró en dejar de pensar y solo sentir. Miles de veces, en los peores momentos, había ido allí, en estado de angustia profunda o de silenciosa desesperación. Siempre había salido mejor, para seguir luchando con sus demonios o con la vida cuesta arriba. Esta vez no fue la excepción, su tristeza mutaba, su sentido de extravío en un desierto cada vez más inmenso, cedía. Las lágrimas silentes, ese símbolo indudable de la comprensión del corazón, comenzaron a brotar, las dejó rodar por su cara, las conocía, sabía que lo estaban liberando de la opresión anímica. Cuando la paz se hizo estable, cuando volvíó a sentirse dueño de sí, dando gracias, abrió sus ojos. Frente a él, lucía imponente el cuadro de Nuestra señora que desata los nudos, de la desierta parroquia de San José del Talar.

Allí se quedó contemplándola y contemplándose al mismo tiempo, sin apuro, sin máscara, sin pretexto, con la más honda de sus heridas al desnudo, plena en su conciencia, su nudo personal. Y con Su ayuda comenzó a desatarlo.

Lo conocía y sufría desde hacía más de una década, su nombre era orfandad. Desde la muerte de su madre, se sentía corroído por un vacío imposible de llenar y perdido, totalmente perdido en una noche oscura, sin rumbo, sin faro, sin timón. Estaba en paz con ella, la había asistido de la mejor manera posible hasta el final, había superado el duelo, la ausencia hacía mucho tiempo que no dolía, pero el vacío, la falta de impulso, de meta, de sentido, seguían allí. Había en el proceso cometido muchos errores, demasiados. Su matrimonio se hundía, no lo llenaba, tenía una permanente insatisfacción ante una necesidad que su pareja no atendía, aunque reconocía que hasta la muerte de su madre jamás había sentido esa necesidad que ahora esperaba, pedía y a veces hasta exigía de ella, no siempre del mejor modo. Se sorprendió sintiendo celos de sus propios hijos, algo totalmente inadecuado. De golpe, la mujer, las otras mujeres ejercieron sobre él una poderosa y novedosa atracción, ya no lo seducía su belleza sino su instinto maternal. Lo empezaron a inspirar y a enamorar a un nivel muy lejano de la atracción física, las madres devotas de sus hijos pequeños, aquellas que sabían brindarse por entero con amor hacia sus críos. Buscaba y necesitaba con desesperación una madre. Se dio cuenta que lo que exigía de su pareja era que fuera madre suya y ella no podía, no quería, no debía serlo. Se dio cuenta que las madres que lo seducían podrían ser excelentes madres de sus hijos, pero que jamás serían madre suya. Esa era su carencia, su herida, su vacío, su extravío y su soledad. El nudo a desatar.

Se concentró en las figuras al pie de la Virgen, miles de veces se había identificado con ellas. Con el arcángel Rafael, con quien compartía nombre y de quien había asumido su rol infinitas veces, haciéndose hermano de quien necesitase un guía en la oscuridad. Y otras tantas con Tobías, dejándose guiar por alguien, a través de la noche. Entonces sucedió.

Los ojos de la Virgen se fijaron en los suyos, sintió que lo miraba, le pareció que sus labios se movieron y que pronunciaban estas palabras:

“Ni Rafael, ni Tobías, esta vez Juan, el nudo se desata cuando logres ser Juan”

El sesentón, profundamente conmovido esbozó una sonrisa y comprendió al instante porque vinieron a su mente las palabras del Maestro, su Maestro Jesús, dirigidas al discípulo que amaba. Vio como en sus manos se deshacía su herida, vio esfumarse al viejo nudo de la orfandad.

Se levantó despacio, pero con paso seguro, caminó hacia la mesada donde yacía el libro en el que se anotan pedidos, agradecimientos e intenciones. Escribió.

“Madre, mi madre, te ruego adoptame, hasta hoy fui húerfano, desde hoy seré tu hijo”

Se dirigió a la salida, lo aguardaba radiante el sol de una vida distinta.

Enrique Momigliano.

Buenos Aires, 16 de octubre de 2022

Día de la Madre

Published in: on octubre 16, 2022 at 6:29 pm  Deja un comentario